expandido por el desacreditado presidente norteamericano
de padres emigrantes Donald Trump, es su afán de mostrarse
moral e intelectualmente superior a los afronorteamericanos,
emigrantes sudamericanos y árabes, sin
contar con el rotundo desprecio a los legítimos dueños de esos
territorios: los pieles rojas. En varias ocasiones, cuando
empezaba su gestión presidencial, los llamó bestias,
delincuentes, asesinos, criminales y una sarta de
descalificaciones con el propósito de erigirse en el perdurable
ejemplo de la supremacía blanca en los Estados Unidos, en
desmedro de los derechos y libertades del
resto de los ciudadanos.
El asesinato público por la policía de Minnesota
de un ciudadano afro, desató una ola de movilizaciones que,
pese a la pandemia y los meses que pasaron de este vergonzoso
asunto, la indignación en la sociedad del mundo sigue vigente.
La ambigüedad de los discursos del presidente norteamericano
no le ayudará en nada para recuperar el terreno, quiere ganar las
elecciones para un segundo periodo que le permita revertir
el ocaso de su perversa ideología que ha oscurecido el mundo.
Ha generado irreversibles resquebrajaduras en su sociedad, que
nos permiten vislumbrar la inevitable hegemonía de la China
Popular, aunque para desgracia del mundo, vuelva a ganar un
segundo mandato.
Esta tendencia conservadora y oscurantista tiene sus émulos en
Bolivia, así el heredero de la presidencia del Comité Cívico de
Santa Cruz que cogobierna con la Sra. Áñez, Sr. Ro-mulo
Calvo, ha emitido un documento de la Asamblea de la
Cruceñidad, arrogándose la representatividad de obreros,
campesinos, indígenas originarios, clase media, etc. Ha llamado
bestias humanas a las multitudes que bloquean los caminos y
calificó a los emigrantes de malagradecidos porque, según él,
ahora gozan de un bienestar y deberían ser sumisos como ovejas
y obedecer al amo. Este modelo de discurso racista, que devela
un odio secular a las mayorías sociales explotadas, pobres e
indígenas, fue erigido desde la colonia, cuando presa del pavor
y el miedo, las clases hegemónicas organizaban masacres para
eliminar a esas “bestias humanas” que eran los legítimos dueños
de
estos territorios.
El señor Calvo debería, al igual que su referente
norteamericano, enterarse dónde estuvieron sus bisabuelos
antes de lanzar su brutal discurso fascista, de dónde vinieron
y en qué condiciones. Seguramente se llevaría muchas sorpresas
y se preguntaría: ¿De dónde viene mi odio? ¿Qué clase de
formación humanista tuve para ser así? ¡Qué pensarán sus
docentes al haber engendrado un profesional de estas
características brutales! No es difícil imaginarse lo que le
pasaría si algún paciente emigrante o colla cae en las manos de
este Menguele criollo.
Todo este escenario virulento permitió la visibilización de
antiguos grupos de choque del Comité, como el señor Guedes,
recientemente excarcelado, y vinculado con el grupo paramilitar
separatista Los Angelitos de Roscha. Este avezado unionista
apareció comandando una tropa de gente uniformada que
develaba la ingesta continua de churrascos y cerveza, dispuestos
a apalear collas. No es extraño que el nuevo ministro
Marincovich no abra la boca porque todo apunta a un plan de
prorroguismo que se desprende del discurso del Menguele
híbrido que solicitó la renuncia del presidente del Tribunal
Supremo Electoral con este velado fin.
Hasta el eterno candidato Doria Medina, en un conocido
programa televisivo favorable a estos grupos de poder,
aprovechó para expresar su odio, asegurando que los
campesinos originarios del occidente son pre modernos y
tienen “envidia” de los campesinos del oriente. ¿No estará
enterado de que una gran parte de esos campesinos son
emigrantes? Arremetió también contra Carlos Mesa,
acusándole de menospreciar el provincianismo del oriente
para ganarse la simpatía regionalista.
El Comité Cívico de Santa Cruz, hace varias décadas, tiene
anclada su visión en los gobiernos militares, hecho que no les
permite ver más allá, de entender el juego democrático; no
se percatan de que no representan ni representaron a toda la
sociedad cruceña, sino a la élite ganadera e industrial. Su
visión provinciana ya fue superada y requiere urgente de
una renovación de los dinosaurios que ya están de salida. Es
hora de los empresarios creativos abiertos al mundo. Es hora
de ver otro horizonte y no seguir congelados en el pasado.
Edgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo.